Que quieta, suena la noche
en su barril de plata;
que lejana queda, la memoria
entre los hilos de mi seda.
Pues yo que hoy vago por los caminos,
y si la tarde no me falla;
vi un atardecer nublado
y la niebla cubría los campos,
los valles, los cerros y el cielo.
También, cubrió mi pueblo,
mi casa y mi huerto.
Ya por último y entre tanto,
También mi adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario