Despojemonos de los cilindricos hierros
que acumula nuestra habitación;
pintemos los barrotes invisibles
de nuestras pupilas ausentes;
fallezcamos los eruditos dias,
los incestos gubernamentales
y la lujuriosa replica
de nuestros pasos cinicos.
Marchitemos al tiempo,
convirtiendo nuestro pasado
en el asesino de nuestro futuro.
Y hagamos del inteligente inutil,
y del inutil tierno.
Manchemos del rojo, al verde;
caminemos desnudos por el parque,
que nuestros dedos toquen el cielo
y nuestros labios no suden de miedo.
Gelido, se hace el hoy
si he de pensar en mañana;
y triste me quedo,
si estoy aquí para quedarme muerto.
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